Tapis

Tuesday, February 22, 2011

De Italia al Funeral de mi Compu

Hace ya mucho tiempo que no escribo, y tengo mucho que contar. Desde el viaje por Italia, hasta la muerte de mi computadora.

El viaje a Italia en general me decepcionó mucho. Roma fue la única excepción, vimos tantas cosas que no se ni cómo nos dio tiempo. El primer día Philippe se nos unió y el segundo Hugo, y seguro que todos me odiaron un poco porque anduve como gendarme apurándolos a todos para ver todo lo posible.

El primer día salimos hasta en la tarde/noche y fuimos a ver el centro de Roma. Vimos el panteón de Agripa, aventamos una monedita en la Fontana di Trevi, vimos el atardecer en la Plaza España, y comimos una especie de dona con nutela en la Plaza Navona, donde todavía había un mercado navideño.

El segundo día fuimos a ver las ruinas romanas, que yo tenía mucho interés por ver porque mi hermano me había pedido fotos. Pasamos por el Parco di Traiano, donde se encuentra el Domus Aurea, los restos del palacio que el emperador Nerón construyó y para el cual quemó una buena parte de Roma porque necesitaba espacio. Pero tristemente no vimos mucho del Domus Aurea y no había suficiente tiempo para buscar bien la entrada.

Mucha gente me había dicho que el Coliseo era mucho más pequeño de lo que se imaginaba, pero tal vez por eso, a mí me pareció mucho más grande de lo que esperaba. Eso sí, en el Coliseo empezó la pesadilla italiana. Nos metieron a los turistas como reses a un pasillo de como 5 metros atascado de turistas sin orden alguno, a embestirnos unos a otros por más de una hora para llegar a la ventanilla y comprar un boleto bastante caro, para el cual no había descuento de estudiante a menos que fueras ciudadano de la Union Europea.

Pagamos el ticket con gusto porque el Coliseo lo valía y porque además incluía la visita al Foro Romano y al Monte Palatino. Pero el Coliseo era tan impresionante que nos pasamos un buen de tiempo ahí. Yo sabía que el Foro Romano y el Monte Palatino cerraban a una hora ridículamente temprana, pero no sabía exactamente a qué hora. Por más que apuré a los otros, al buscar la entrada del Monte Palatino nos perdimos un poco y nos cerraron. Lo bueno es que el ticket duraba dos días y podíamos regresar al día siguiente.

Como todavía era temprano, subimos por el río Tíber hasta el Castelo Sant Angelo, una antigua fortaleza militar que hoy es museo, y donde la mayor atracción es el ángel en la punta más alta del castillo que es el ángel que sale en la portada del libro Ángeles y Demonios. Creo que tengo que releer el libro o volver a ver la película porque me emocionará saber que estuve en los mismos lugares que los protagonistas. Desde el balcón en la parte más alta del castillo también disfrutamos de una buena vista de Roma.

El tercer día regresamos temprano a ver el Foro Romano y el Monte Palatino. Tristemente no había mucho tiempo porque ese día en realidad estaba apartado para ver el Vaticano. Yo tomé fotos como loca. Irónicamente todas esas fotos que fueron a las que más ganas le eché por mi hermano fueron las que se perdieron cuando murió el disco duro de mi compu. Me arrepiento demasiado de no haberlas subido a facebook antes. Lo más curioso fue encontrar un nopal en medio del Monte Palatino! Si, un nopal ahí en la mitad de los jardines romanos, creciendo aleatoriamente en un lado.

Nos apuramos mucho y nos fuimos a los Museos Vaticanos, donde tuvimos que hacer una fila inmensa de como 2 horas, y que parecía que nunca iba a acabar. Pero al final logramos entrar, y fue muy impresionante. Había kilómetros y kilómetros de esculturas, pinturas y mapas. Y lo mas impresionante era el lujo mismo de las habitaciones. Vimos la capilla sixtina, y los frescos de Miguel Ángel, los cuales Ilse nos explico cual guía turística, porque lo acababa de estudiar en clase. Tor, Philippe y Hugo, se pasaron unos buenos 20 minutos de su experiencia en los museos vaticanos buscando una moneda mexicana de entre las miles que la gente había arrojado a una fuente cualquiera. Y la encontraron. Lástima que perdí esa foto de los tres buscando.

Saliendo de los museos vaticanos, tuvimos que hacer otra fila kilométrica para entrar a la basílica de San Pedro. Por lo menos mientras esperábamos en el frío, pudimos disfrutar del obelisco, la Plaza de San Pedro y el árbol de navidad gigante en el centro de la plaza. Cuando entramos, nos dirigimos corriendo a la cúpula porque era lo que cerraba primero. Tuvimos muchísima suerte, porque fuimos el último grupo en entrar, y fue una de las mejores experiencias del viaje.

Primero nos subieron por un elevador, el cual llegaba hasta la base de la cúpula. Desde ahí tuvimos la impresionante vista del interior de la cúpula iluminada por la débil luz que llegaba desde las lejanas velitas más cerca del piso de la basílica. Y al acercarte a la orilla del barandal circular sentías el vértigo del abismo del interior de la basílica. Apenas estábamos en la base de la cúpula y ya nos sentíamos altísimo.

Pero el viaje no terminaba allí. Después tenías que subir por unas estrechas escaleritas que iban subiendo por el interior de la cúpula, las paredes se cerraban e inclinaban cada vez más con la curvatura de la cúpula, y subías y subías en unas escaleras que parecían no tener fin hasta que te empezaba a dar claustrofobia. Y justo cuando más estrechas se volvían, de pronto encontrabas la salida y salías hasta la parte más pero más alta de la cúpula con toda la inmensidad de la ciudad de Roma frente a ti.

Después bajamos y conocimos la basílica por adentro, que con tanta altura te hacía sentir diminuto, vimos las estatuas de los papas, los ataudes con los papas fallecidos, lo cual era un poco tenebroso a decir verdad, y vimos el Baldaquino de Bernini, y la Piedad de Miguel Ángel.

Y esa fue la mejor parte del viaje. El día siguiente salimos de madrugada por tren hacia Florencia. Habíamos comprado los boletos de Trenitalia directamente de las maquinitas, y cuando llegamos a la estación nos costó muchísimo trabajo encontrar el andén de donde salíamos porque la señalización era pésima, nuestro maldito andén estaba a medio kilómetro de la estación principal, y no había un solo maldito empleado de Trenitalia que te ayudara.

Creo que la experiencia con Trenitalia fue la principal razón de que mi estancia en Italia no fuera tan agradable. Resulta que con comprar el boleto no es suficiente, sino que había que sellarlo en unas diminutas máquinas amarillas que más parecen buzón, pero nadie te avisa, en ningún lado hay señalización alguna, y en el boleto sólo hay un aviso en letras chiquitas en la parte de atrás, que obviamente no leímos. Total que nos tocó una vaca italiana de controladora, que ni siquiera nos quiso hablar en inglés aunque bien sabía y que nos cobró una multa de 40 euros a cada uno por no sellar el boleto. La multa era la misma que si no lo hubiéramos comprado, así que yo no sé porqué nos tomamos la molestia de comprarlo siquiera. Eso sí, después de que le pagamos los 40 Euros mágicamente aprendió a hablar inglés la muy cabrona. La única que se salvó fue Ilse porque estaba dormida en unos asientos que la maldita italiana hasta se saltó de revisar con tal de venir a jodernos a los turistas. Y bueno, 40 euros era una bestialidad, eran como 4 días de hostal, o de comidas, o dos o tres museos.

Me pasé todo el viaje haciendo un coraje impresionante, y cuando llegamos a Florencia ni ganas tenía de seguir turisteando. Todavía que la vaca esa nos había robado 40 euros en el tren, y encima al llegar a Florencia, cada maldita iglesia costaba. Ilse estaba muy emocionada, porque tenía muchas ganas de ver las iglesias, pero yo francamente no quería que me cobraran por entrar a ver una iglesia, que ni siquiera es algo tan padre.

En general, el sentimiento que me generó el viaje a partir de entonces es que a donde fuéramos, los italianos nos querían sacar todo el dinero posible sólo por ser extranjeros. En ningún lado daban descuentos de estudiante a menos que fueras de la UE, en los cafés te cobraban el doble que en Alemania y te daban la mitad. A Ilse inclusive le tocó que al pedir un café le preguntaron que si se iba a sentar o si se lo iba a tomar en la barra y le cobraron más por sentarse. Yo no vi que a ninguno de los italianos les hicieran la misma pregunta. En los restaurantes en Venecia te ponían un precio por platillo barato y al llegarte la cuenta te cobraban como tres cargos extras por propina, cover, y todo lo que se les pudiera ocurrir.

En Florencia fuimos a ver la galería del David, la cual también me pareció un robo, porque te cobran lo mismo que si entraras al Louvre en Paris, y pues es una galería pequeñísima que la única obra importante que tiene es el David. Y pues no es que el David no sea impresionante, pero no creo que valga lo mismo que los millones de obras importantes que contiene el Louvre.

Lo mejor de esa parte del viaje fueron los mexicanos que conocimos en Florencia, y con los cuales pasamos año nuevo. Philippe se quedó con un amigo de su exnovia, y así fue como los conocimos. Tres mexicanas de Morelia nos invitaron a su casa en año nuevo y cenamos, pasta italiana auténtica y unos chilaquiles buenísimos. Después de la cena salimos a las calles que estaban todas adornadas con luces. Había muchísma gente, y los niños te aventaban de esas bolitas que explotan super fuerte para asustarte. El cambio de año lo pasamos en la plaza de la Signoria, donde está la réplica del David. Hubo fuegos artificiales y mucha gente traía unos pequeños globos aerostáticos de menos de un metro de altura, que lanzaban al aire y subían y se seguían viendo hasta lo lejos por la velita encendida, pero algunos globos no los lanzaban bien y se quemaban. Al centro de la plaza se hizo un hueco enorme donde la gente lanzaba las botellas vacías de cerveza que se hacían añicos. Fue muy divertido, pero la ciudad quedó hecha un asco de vidrios rotos y basura después.

Visitamos muchas de las iglesias, con la decepción de que en muchas no dejaban pasar a turistas en esas fechas, y también entramos al Palacio Pitti, que no fue tampoco gran cosa. Creo que lo que más disfruté de Florencia fueron los helados. Siguiendo el consejo del Profesor Núñez probé los helados que hay cerca de Santa María Novella, que verdaderamente fueron los mejores que probé en todo el viaje.

Para ir a Venecia tomamos un tren nocturno, que juro por mi vida no lo vuelvo a hacer. Era yo creo de los trenes más viejos de Trenitalia, los compartimentos estában incómodos y la calefacción olía pésimo. El pobre de Philippe tuvo que dormir en el pasillo porque algún estúpido empleado de Trenitalia que le vendió los boletos le dijo que no podía reservar, aunque sí podía.

En Venecia mi humor estaba relativamente mejor, pero ya todos estábamos cansados, super muertos del viaje nocturno, así que turisteamos con más calma. Vimos algunas de las atracciones de rigor, como la Plaza de San Marcos, pero en general preferimos explorar por nuestra cuenta las pintorescas callecitas de la ciudad. Nos encontramos con un amigo de Hugo que estudiaba allí y nos llevó a una isla medio lejana llamada Burano, que no es una de las principales atracciones turísticas, pero que quizás por eso tenía muchísimo encanto con todas sus casitas pintadas de colores como si fuera un pueblo mexicano al estilo veneciano.

Y esa fue la última parada del viaje. Cuando llegamos a Frankfurt, después de un viaje terriblemente cansado, todos estábamos enamorados de la amabilidad de los alemanes con los extranjeros, una gran diferencia que en Italia. Tuvimos que dormir en el aeropuerto porque los trenes a Darmstadt salían hasta como las 5 de la mañana. Y el pobre de Hugo todavía tenía que ir a trabajar al día siguiente.

Pocos días después fue mi cumpleaños, el cual festejé sólo con Hugo y Tor porque no había casi nadie en Darmstadt de los demás mexicanos. Estuvo medio chafa que fueramos solo 3, pero me la pasé muy bien y comí muy rico.

Luego a mediados de enero empezó la pesadilla de la escuela. Un buen día sin razón alguna mi compu no quiso volver a prender. El disco duro simple y sencillamente murió. Lo llevé como histérica a dos lugares de recuperación de datos y en los dos, después de sacar el disco duro, intentar conectarlo a otra computadora y examinarlo un poco me dijeron que lo único que se podía hacer era pagar un montonononal de dinero para mandarlo a un laboratorio, y que tal vez, solo tal vez, podrían sacar algunos datos. La di por muerta y me compré una nueva que pues obviamente traía el bios, el teclado y el windows en alemán.... lo cual al principio fue super castroso.

Perdí las fotos del viaje que con tanto amor había sacado para mi hermanín, perdí unos videos más viejos del viaje a Frankfurt, y perdí todo el trabajo de la escuela. A partir de entonces la situación con la escuela se volvió sumamente estresante. Mi equipo de proyectos fue bastante malo. Me junté con una china y una coreana a trabajar, pensando que quizás tuviesen algunos conocimientos arquitectónicos orientales muy interesantes y diferentes a los míos, y resultó pésimo. La coreana no sabía nada de nada de nada, pero de lo que es NADA, y la china realmente no estaba dando su mejor esfuerzo porque a ella la materia la estaba tomando por gusto y no por revalidación. Además la maestra nos asignó a un alemán medio tonto, que fue como el wey que se quedó solo porque nadie más quería trabajar con él. Entonces eramos un equipo de flojos, que además hablaba cada quien un idioma diferente, trabajaba usando un software diferente (o en el caso de la coreana, simplemente no trabajaba) y para empeorarlo todo, la maestra no entendía ni pío de inglés.

Entonces para cuando se me borró el trabajo en mi computadora, claramente mi trabajo era prácticamente el único trabajo de todo el equipo, entonces no teníamos nada, y ya solo quedaba mes y medio para la entrega final. Luego me enteré de que la coreana iba apenas en su cuarto semestre (no sé que hacía metida en esa clase) y que ni siquiera sabía usar autocad, y bueno eso aunado a que tampoco era muy trabajadora ni tenía mucha iniciativa, pues volvía la situación más difícil. La china se pasó la mitad del semestre enferma, y el alemán se pasó la mitad del semestre trabajando.... pero no para nuestro trabajo, sino para el proyecto final de su novia, la cual lo cortó justo en la semana antes de nuestra entrega (claro, después de la entrega de ella), por lo cual el wey ni siquiera tenía ánimos para trabajar.

La relación con la maestra fue sumamente estresante porque le hablabas en inglés y te decía que sí, pero realmente no te entendía. Y al principio el alemán servía de traductor, hasta que me empecé a dar cuenta de que el wey era como un teléfono descompuesto que tergiversaba todo lo que yo le decía a la maestra, o lo que la maestra me decía a mí. Hubo un momento en el que hasta la maestra le preguntó ¿Yo dije eso? después de una de sus malas traducciones, en las que el wey siempre metía de su cosecha. Al final tenía que tratar de comunicarme yo misma con mi alemán malo con la maestra porque no podía confiar en las traducciones del wey.

Traté, de verdad traté, de no convertirme en la dictadora del grupo, porque yo sé que suelo ser muy mandona. Pero al final no hubo opción. A ninguno de los otros le interesaba mucho la clase y yo necesitaba no solo pasarla, sino sacarme buena calificación por la beca. Entonces al final les asigné a cada uno trabajos y tiempos de entrega y por lo menos la coreana y la china respondieron muy bien. El alemán cuando logró superar a su exnovia, ya por fin trabajó. Y la última semana todos trabajaron bastante bien. Me arrepentí de no haber sido más mandona desde antes porque me habría salvado mucho estrés y trabajo en balde.

Al final, no se ni cómo pero fuimos el mejor grupo de toda la clase. Nos sacamos 1.3 en una escala de 1 a 5, siendo 1 el más alto. Es algo así como 97. No tengo idea de cómo le hicimos, pero me sentí tan feliz que hasta salí a festejar. Invité al grupo, pero supongo que me odiaron por hacerlos trabajar porque solo fue la china. Por lo menos con ella me llevé muy bien, y espero no haberle caído muy gorda por ser tan mandona. Pero bueno, los resultados fueron buenos al final.

Esta semana se suponía que ya iba a haber acabado todo, pero todavía me falta entregar las correcciones de un trabajo en equipo que el profesor se tardó mucho tiempo en corregir. Por lo menos ya puedo dormir mis ocho horas diarias y relajarme un poco.

Thursday, December 23, 2010

Barcelona y Madrid

Ya por fin empezaron las vacaciones de Navidad, y Tor y yo teníamos un viaje planeado por España e Italia.

El viernes pasado salía nuestro avión por Ryanair, una aerolínea baratísima aca en Europa, para volar a Girona donde Ilse está estudiando. Lo malo es que el aeropuerto de donde salía el avión, aunque se llama "Frankfurt-Hahn" con Frankfurt no tiene nada que ver. El aeropuerto está a dos horas de Frankfurt y nosotros a media hora de Frankfurt. Y lo peor es que como salía nuestro vuelo a las 6 de la mañana, pues antes de esa hora no salían muchos trenes y camiones. Entonces para llegar al aeropuerto tenìamos que tomar el único camión que llegaba antes de las 6, y era uno que salía de Frankfurt a las 3am. Y entonces para llegar a Frankfurt a las 3am teníamos que tomar el último tren de Darmstadt a Frankfurt que salía a las 12 de la noche el jueves. Total que teníamos que viajar 5 horas para llegar al aeropuerto y tomar un vuelo de 1 hora.

Y encima de todo, el jueves en la noche que empieza a nevar durísimo. Y Tor y yo teníamos pavor de que nos cancelaran el vuelo. Y pues además de todo, estaba nevando tan fuerte que además todos los camiones para ir de nuestra casa a la estación de trenes estaban retrasados. Entonces tuvimos que salir de la casa como a las 10 de la noche y pasarnos más de media hora en la parada de camión, esperando a que llegara el mentado camión. Y no era una nevadita así que cae lentamente la nieve, era como una tormenta que se hacían remolinos de nieve, que aunque te pusieras bajo el techo de la parada aún así acababas todo cubierto de nieve.

En fin, acabamos haciendo un viaje de 7 horas hacia el aeropuerto, claramente no dormimos nada, pero tuvimos la suerte de que a las 6am dejó de nevar un rato, y pudimos despegar. Y tuvimos muchísima suerte, porque entre ese día y el martes se cancelaron un montonanal de vuelos en toda Europa y sobre todo en Frankfurt por la nieve.

Y pues llegamos al aeropuerto, e Ilse bien linda nos fue a recoger aunque ella después tenía exámen y todavía tuvimos que tomar un camión hacia la estación central de Girona, y de ahí tomamos un camión a casa de Ilse y pues naturalmente Tor y yo llegamos directito a dormirnos aunque fuera solo un ratito. Nos dormimos unas 5 horas en lo que Ilse iba a hacer su examen. Y en la noche Ilse nos llevó a ver Girona, el centro, la catedral, y luego fuimos a una fiesta donde nos presentó a sus amigos de Erasmus, y tomamos mucho vino, que acá en España es tan barato como la cerveza en Alemania. Y después de la fiesta todavía fuimos al antro y bueno yo bailé y bailé toda la noche.

Al día siguiente que era sábado, todos nos dormimos hasta como las 2 de la tarde de lo cansados que estábamos, y teníamos planeado irnos en la tarde a Barcelona, pero Ilse tenía que hacer un trabajo y el único tren que había era como a las 8pm, entonces nos fuimos en ese. Llegamos a Barcelona (directito al McDonalds, porque eso sí, creo que vamos a conocer todos los McDonalds de Europa jaja) y fuimos a casa de Bombi, un amigo ecuatoriano que estudia arquitectura en Querétaro y que ahorita está también haciendo intercambio en Barcelona. Y pues salimos con él y su hermano y un amigo, y nos llevaron a una taberna (literalmente una taberna) en el barrio gótico de Barcelona, que estaba padrísima a pesar del olor jaja ahí nos tomamos una sangría que era casi un frutsi de dulce, y que solo a mí que soy muy dulcera me gustó. Sabía como a Glühwein (la bebida favorita de los alemanes en invierno que es como ponche caliente), sólo que frío.

Super buena onda Oscar nos alojó en su casa y ahí dormimos. Y a la mañana siguiente nos fuimos tempranito a ver la Sagrada Familia de Gaudí que yo creo que es una de las cosas más impresionantes que he visto en mi vida y la que más me ha gustado hasta ahora en el viaje. Por afuera se ve bastante impresionante, pero como todavía no están construidas las torres más altas, pues todavía no se ve tan impresionante como se verá cuando esté terminada. Pero tuvimos la suerte de que no había mucha fila para entrar y pudimos ver el interior que ya está acabado, y fue la cosa más impresionante. Es que decir que está altísimo no alcanza a describirlo. Es una arquitectura llena de detallitos y detallitos, y está tan alta que de verdad te sientes hormiguita ahí adentro. Y Tor cuando entró lo primero que se le ocurrió decir fue, "pues yo creo que aquí si entra el Altísimo..."

Después de la Sagrada Familia, entramos a la casa Milá que también es un edificio de Gaudí y bueno, na arquitectura preciosa, el museo de Gaudi super padre y en la terraza hasta arriba había una vista increíble de toda Barcelona. Después fuimos a ver la casa Batilló pero ya nada más por fuera porque no había tanto tiempo, y había mucha hambre. Hicimos una pequeña escala en la tienda del Barza donde Tor se compró un gorrito, y después de pasar Plaza Cataluña caminamos un rato por la Rambla que es una calle que solía ser río, y en el barrio gótico encontramos un restaurante donde comimos una paella riquísima y tomamos sangría.


Después de eso fuimos a ver la catedral de Barcelona pero no entramos porque había mucha fila. después fuimos a ver la Iglesia de Santa María del Mar, que a mí me emocionó un buen porque es la catedral del libro "La catedral del Mar" y pues yo ya había leído toda la historia de como se construyó y así. Después de ver la Sagrada Familia pues Santa María del Mar obviamente nunca le iba a ganar, porque también era una iglesia super impresionantemente alta, pero era toda de piedra y se veía muy muy vieja. Pero es que si te pones a pensar que esa catedral la habían hecho antes de que descubrieran América y pues ya imaginandome a todos los hombres cargando piedronones y subiéndolos hatsa las alturas tan impresionantes que tenía esa iglesia, pues si impresiona un buen.

Y para acabar nuestra visita a Barcelona, fuimos al museo Picasso también en el barrio gótico y por suerte los domingos a esa hora era gratis. Y pues estuvo muy interesante porque como Picasso en sus inicios estuvo en Barcelona, pues en el museo podías ver muy claraente su evolucióna través de un montón de estilos y corrientes, y no solamente la pintura abstracta y cubista de sus últimos años que son las más famosas... osea había de sus inicios, de su periodo azul, rosa y un poco del final.

Después regresamos a Girona porque Ilse todavía tenía que acabar su tarea y al día siguiente volabamos a Madrid.

Eso sí, parece que Tor y yo traemos una nubecita a donde quiera que vayamos porque en todos lados nos ha tocado un clima de la chingada. En Alemania nos tocó la tormenta esa de nieve bestial. En Girona llegamos y dice Ilse que fue el primer día nublado (a nosotros que veníamos de Alemania y no recordábamos cómo era el sol, nos parecía la gloria el clima de España, pero según ilse normalmente es mejor), en Barcelona también nos llovió y en Madrid nos diluvió.

Además nuestra ida a Madrid estuvo muy salada. Para empezar el vuelo se retraso en Girona una hora. Luego por fin llegamos a Madrid bien tarde. Y encima de todo las primeras 2 horas en Madrid las pasamos bajo tierra. Y es que como hicimos todo con tanta prisa, pues no checamos bien donde estaba el hostal en el que habíamos reservado. Teníamos impresa la reservación y ahí venía la dirección de instrucciones de como llegar, pero pues estaban medio confusas y pues yo de tontina dije equis, mejor lo busco en internet. En la página del metro yo busqué Manuela Malasaña que era la calle del hostal y ya me salieron dos opciones pero segun yo me metí a las dos y eran la misma. Apunté las instrucciones de como llegar a Manuela Malasaña. Y llegando al aeropuerto en el modulito de información nos dieron el mapa de la ciudad y el mapa del metro. Y ahí encontré la estación del metro que se llamaba Manuela Malasaña, y estaba AL OTRO EXTREMO de Madrid.

Fuimos a la estupida estación de Manuela Malasaña, y pues viajamos como 1 hora y media en el metro ahi metidos, tuvimos que pagar extra porque a parte de todo esta en las afueras de Madrid y estabamos todos estresados pensando, en qué hostal nos vamos a quedar.... está lejísimos, seguro está bien horrible. Y cuando llegamos a la estación Manuela Malasaña un guardia se apiadó de nosotros y nos explicó que es que la estación Manuela Malasaña y la calle Manuela Malasaña nada tenían que ver y que la calle donde estaba el hostal estaba en el centro, y no como dos pueblos a las afueras de Madrid que era donde nosotros estábamos. Y pues ya nos regresamos y ya por fin encontramos el hostal.

Madrid no fue tan padre como Barcelona la ciudad, pero en el hostal conocimos algunos argentinos, un japones, y un queretano! El queretano tenia 16 años y ya andaba viajando solito, asi que lo adoptamos. Fuimos a ver el museo del prado, el museo Reina Sofía, el parque del retiro, la plaza Mayor, la catedral de Almudena, y el palacio real fue una real decepción porque estaba cerrado al público por decreto real porque había actos oficiales o no se qué. Comimos paella negra, y nos regresamos.


Ahora estamos en Girona para pasar la Navidad y la próxima semana nos vamos a Italia.

Thursday, December 02, 2010

Nieve, Nieve, Nieve!

El último mes he tenido super abandonado el blog, porque desde que empezó la escuela no ha habido tiempo de nada. Todavía tengo que subir el video del viaje a Rudesheim y el viaje a Frankfurt que hicimos en Noviembre, pero ni siquiera he tenido tiempo de editarlos. Cuando pueda los subo, pero mientras decidí escribir porque esta semana llegó el invierno (el invierno de verdad jaja) a Darmstadt y nevó el Lunes!!!

Ya el sábado anterior había nevado un poquito, pero era solo como una chispeadita de nieve. El Lunes amaneció y cuando me estaba preparando para ir a trabajar Tor me habló por teléfono y me dijo "Mira por tu ventana!" Y estaba todo blanco, y había como una lluvia de mini gotitas de nieve cayendo en cámara lenta.

Obviamente me emocioné un montón y corrí por la cámara y salí a filmar sin darme cuenta de que estaba sin chamarra.


Los alemanes dicen que fue poca nieve, pero a mí me pareció bastante, los coches y el suelo tenían una capa de como 10 o 15 centímetros de nieve.

Es super bonito porque vas caminando por la calle y te das cuenta que de pronto todas las fronteras se borraron, ya no existen los jardines de pasto ni las diferencias de pisos, porque todo está cubierto por una capa blanca bastante gruesa. Y caminar por la nieve también es toda una experiencia. Se siente como la nieve cruje y se deshace bajo tus pies. Es un poco parecido a caminar por la arena de la playa, sólo que la nieve se deshace un poco cuando la pisas.

Fue muy impresionante porque nevó todo el día sin parar. Es muy diferente de una lluvia que pues cae por una o dos horas máximo y luego se quita. Y lo más curioso es que por las bajas temperaturas la nieve no se derrite, sino que se queda ahí por semanas. Y obviamente los alemanes ya están super organizados para quitar la nieve de las calles y los caminos, pero en los jardines y en algunas banquetas todavía se queda la nieve por días.

Y eso sí, después de varios días de que la gente ha estado caminando sobre ella, la nieve se vuelve una especie de lodo congelado bastante feo y que es muy resbaloso caminar sobre él.

Además la temperatura cada día baja más. Hoy estuvimos a -8° y me han dicho que llega hasta -30°, pero yo quiero creer que eso no pasa jaja. Porque ahorita ya me estoy poniendo como tres capas de pantalones, dos blusas de manga larga, chamarra y bufanda, y todavía me da frío cuando salgo! Hoy de hecho me fui a comprar unas botas porque usar tennis en la nieve como que no aplica. Y el frío de verdad se está volviendo insportable. Ya a veces llego con la nariz tan congelada que siento que se me va a caer! Tengo los labios partidos aunque me pongo un montón de Labello y tengo los nudillos también todos cortados aunque siempre llevo las manos adentro de las bolsas.

Pero bueno, a pesar del frío, la verdad es que la nieve es un espectáculo hermosísimo. Ver como todos los caminos que conocías cambian por completo, los árboles pelones resaltan muchísimo sobre el fondo blanco, y la nieve al caer sobre todo crea capas con figuras muy interesantes. Por ejemplo, en los postes pareciera que alguien puso una bolita de nieve sobre cada poste, pero esa es en realidad la forma natural que se hace cuando cae la nieve sobre el poste. También sobre cada hojita, cada ramita, se forman montañitas de nieve con formas muy curiosas.

Y obviamente yo parecía turista japonesa tomandole foto a cada ramita que veía y a cada hoyito en la nieve... ya subiré luego las fotos a facebook. Y sobre todo me acordé de Milla cantando Nieve! Nieve! Nieve-Nieve-Nieve!

Thursday, October 14, 2010

Oktoberfest

Desde mi última entrada he viajado mucho. Fui a Múnich al Oktoberfest, luego a un viaje turístico por el Ebbelwoi Express en Frankfurt, a la Feria internacional del libro en Frnakfurt y a un fin de semana en Rudesheim, a orillas del Río Rin.

Y como además he estado haciendo los trámites de inicio de clases e inscripción de materias no había tenido tiempo de subir nada.

Pero por el momento ya edité el video del Oktoberfest, que supongo que será mejor que mil palabras, así que aquí se los dejo para que lo vean:



Yo en Alemania tengo problema para ver el video desde Youtube porque una discográfica lo bloqueó por los tres segundos que usé una de sus canciones, así que en caso de que no lo puedan ver en Youtube en México tampoco, lo subí también a Vimeo:



Wednesday, September 22, 2010

Vicente Nario y los tres tristes mexicanos en Darmstadt


El pasado 15 de septiembre en la noche, mientras librerías Ghandi felicitaba a Vicente Nario, mientras Felipe gritaba desde su balconcito en el Zócalo, mientras 20 mil 294 elementos del ejércitoy la marina mexicanos, polícías y hasta charros desfilaban, y mientras un chingo de mexicanos bailaban, cantaban y tomaban tequila...

Tres tristes mexicanos se congregaron en un pequeño departamento en Karslhof, en la ciudad alemana de Darmstadt, para comerse unas quesadillas chamuscadas hechas en horno para pan... y eso sí, con mucha salsa verde de La Costeña, con rajitas y salsa de habanero. Mmmm la salsa fue lo mejor de la celebración.

Nuestro festin mexicano

Eramos solo Daniel, Tor y yo, hasta que llegó Hannah con tortillas y con su salsa de chile habanero y descubrimos que aunque es alemana de nacimiento, definitivamente es mexicana de corazón...

Hannah, mexicana de corazón

Salimos a la calle con la esperanza de encontrar a algún grupo de mexicanos perdidos en el extranjero que también celebraran junto con nosotros el Bicentenario. Pero ni siquiera en el restaurante Enchilada, a donde fuimos a cenar encontramos el menor rastro de algún otro mexicano. Nos acompañó una amiga de Hannah que era de Bulgaria y entonces hablábamos una mezcla extraña de español, inglés y alemán. Yo obviamente traía mi banderita (no la mini que me compró mi mamí, una mas grande) y Tor cargaba con su megabandera digna de tirarse envuelto con ella cual niño héroe... y Daniel traia una gorra de México... Hannah traía ropa y collares de plata comprados en México y la única que no traía nada mexicano era la búlgara... así que procedí a arreglar el problema prestándole un broche con un sombrerito mexicano miniatura y un mini zarape con los colores patrios... La culera creyó que se lo había regalado y se lo llevoooooo :'( Y me lo había regalado mi mamaaaaa!!! Y yo lloré mucho... pero solo hasta el día siguiente que me acordé.

Hannah y su amiga Geri...
....y mi sombrerito que me dio mi mami sobre la mesaaaa waaa :'(

En Enchilada que realmente fue lo mas cercano a un restaurante mexicano aquí en Darmstadt, comimos unos mega nachos con queso, que aunque traían una mamadita de guacamole nada más, estaban bastante buenos, y luego comimos unas enchiladas verdes que la verdad no estaban tan mal dadas las circunstancias... Lo único es que si estaban caritas la neta... pero como Tor y yo compartimos, no nos salió tan mal. Y la ocasión lo valía.






Pero nuestra celebración acabó bastante temprano y pues todos nos fuimos a dormir porque al día siguiente había escuela... pero eso sí, en la calle Tor se puso su bandera como capa y los tres tristes mexicanos anduvimos muy felices por la calle con nuestras banderitas de México :)





Curiosamente una semana después del 15, finalmente conocimos a un par de mexicanos!!! Ayer, nos invitaron a otras residencias en la Nieder-Ramstadter Strasse 189, donde en el sótano un estudiante alemán pone un bar los martes, y allí puedes jugar futbolito, billar y dardos gratis.

Allí conocimos a Hugo y a Giancarlo, dos poblanos que están estudiando mecatrónica o mecánica o algo parecido en Darmstadt. Ellos no son estudiantes de intercambio, sino que se van a quedar aquí los cuatro años de la carrera. Aunque un poco tarde, nos dio mucho gusto conocer a nuestros compatriotas y nos quedamos con ellos un buen rato. Ellos ni festejaron el grito porque el 16 de septiembre tenían examen.

Pero aunque estábamos muy felices de finalmente conocer a otros mexicanos y el billar estaba muy divertido porque había un marroquí malacopa pendejeando,robando cigarros y armándosela a todo mundo, teníamos que regresar temprano. Y como al día siguiente teníamos clase de alemán, a las 12:00 de la noche decidimos regresar a nuestras residencias para poder descansar. Total que llegamos a la parada del tranvía, y todavía faltaban 20 minutos para que pasara el siguiente. Como ya era tarde, el transporte público pasa con menos frecuencia. Pero estuvimos ahí media hora congelándonos el culo, como dirían los montones de españoles acá en Darmstadt, y pinche tren nunca pasó. Y después de esperar un ratote, nos hartamos y optamos por caminar, sólo porque era nuestro último recurso, porque estábamos bastante lejos de nuestras residencias... y ese mismo día un poco antes una alemana nos presumía que en Alemania los trenes nunca llegaban tarde... sí como no.

Caminamos y caminamos, y cuando llegamos a una de las plazas centrales donde pasa ya no el tren, sino el camión que nos lleva a nuestras residencias, todavía faltaban 20 minutos para el siguiente, y como no nos dio confianza esperar porque no nos fuera a volver a pasar lo mismo, decidimos irnos a pie.

Pasamos por una fiesta a la que nos habían invitado los españoles, pero les habíamos dicho que no íbamos porque nos queríamos dormir temprano. Y claro, cuando pasábamos nosotros apenas por ahí, ellos ya iban saliendo para regresar a sus residencias. La española que nos encontramos se sorprendió mucho al vernos y ella se regresó en taxi a su residencia... Nosotros ni taxi habíamos encontrado, ni dinero para taxi teníamos... Y de todas maneras ya estábamos más cerca de nuestras residencias para cuando pasamos frente a la fiesta. Nos juntamos con dos italianos, Tomaso y Damiano(creo que así se llama) que también vivían por nuestros rumbos y caminamos con ellos de regreso. Ya con su compañía se nos hizo un poco mas ameno el último tramo del camino.

Por fin llegamos a Karlshof como 2 horas después de haber salido del bar de la Nieder... y de eso habíamos caminado hora y media. Nos dormimos como a las 3 a.m. y obviamente al día siguiente (osea hoy) no fuimos a clase porque estabamos molidos. Dormimos toda la mañana y nos hizo mucho bien porque nos sentimos mejor.

Pero en la tarde teníamos una actividad integradora que organizaron los tutores en un lugar llamado Kletterwald, que es básicamente como un bosque de Robin Hood o los niños perdidos de Peter Pan, lleno de tirolesas, cuerdas, escaleritas y plataformas en los árboles. Y ahí andábamos como Tarzán saltando de un arbolito a otro (obviamente agarrados con poleas de seguridad), y pasando entre cuerdas, mallas, y canastas. Estuvo super divertido, para mí, aunque Tor creo que no lo disfrutó tanto porque le daba miedo la altura... (Si, pensé en Coach agachándose por tres horas para agarrar valor y tirarse el clavado ese de como 2 mini metros en los rápidos...)

Kletterwald

Sobra decir que ahorita estoy más muerta aunque hoy haya dormido hasta tarde en la mañana... Mañana a ver cómo le hago para levantarme a ir a clase.

Saturday, September 11, 2010

Vivir en Karlshof


Las residencias donde vivo se llaman Karlshof y están al noreste del centro de la ciudad, que por cierto Darmstadt es una ciudad bastante pequeña. Karlshof es también la residencia más numerosa con casi mil cuartos para estudiantes. Hace unos años vivir en Karlshof era algo así como una pesadilla, los estudiantes le apodaban "la cárcel", por los pequeños cuartos y los fríos edificios de concreto. Inclusive el semestre pasado, las paredes interiores de todos los edificios estaban tapizados de grafitti.

Pero poco a poco lo han ido renovando, y les ha ido quedando muy bien. Cambiaron las fachadas de los edificios, y les pusieron un poco de color, pintaron todas las paredes grafiteadas por dentro y arreglaron un montón de cosas.


Esta es una foto de mi edificio, el 6A. Hay otros 4 o 5 edificios, pero el mío es el más alto. Tiene 12 pisos, pero yo vivo en el tercero. Abajo de los edificios hay espacio para estacionar las bicicletas, que acá todo mundo usa, botes de basura reciclable y no reciclable, y estacionamiento para coches. En la entrada del edificio están los buzones de correo de los departamentos.

Los edificios en Karlshof están organizados en departamentos de entre 4 y 13 cuartos. En cada cuarto individual vive un estudiante, que comparte la cocina, la sala y el baño con otros estudiantes. En el departamento que yo vivo es de 5 habitaciones, 2 baños, y una cocina. (No tiene sala, porque en el espacio de la sala está el quinto cuarto.) Aquí abajo hay una foto de la cocina compartida.


En el departamento vivían ya tres hombres. El que vive al lado de mí en los cuartos bajando las escaleras se llama Tedi. Con él comparto baño y es el que mejor me cae, porque es bastante limpio y es el que mejor inglés habla. El también estudia arquitectura y es de Albania. (Si mamá, de Albania, no de Afganistán jaja). Yo decía que era un albano pero pensándolo bien creo que la palabra correcta es albanés. Él es quien tiene el contrato de la electricidad, entonces yo a él le pago cada mensualidad de electricidad.

En los dos cuartos de arriba viven los dos africanos. Patrick, que es de Camerún, se encarga del Internet, entonces el internet se lo pago a él. El otro es de Senegal, pero no logro aprenderme su nombre porque es francés y se pronuncia muy raro es algo asi como Diee o algo así... El de Senegal es muy buena onda y social, siempre platica mucho aunque es difícil entenderle porque su inglés es medio malo. Me contó que en Senegal son super fans de las telenovelas mexicanas como Marimar! Curioso no? El de Albania también las conocía! Lo único malo es que el de Senegal es un poco sucio. Diario se prepara arroz de comer, pero luego deja la estufa sucia, o tapa el lavadero con comida. Y come con las manos, y habla con la boca llena, que supongo es cosa de su país. (A José Pablo le darían dos infartos si lo viera comer.) Pero bueno, no es algo demasiado asqueroso ni insoportable, porque en realidad solo de vez en cuando me lo encuentro cenando.

Cuando llegué mi cuarto obviamente estaba polvosísimo, y todo estaba hecho un desmadre. Y así se quedó un buen rato por tanto trámite y tanta cosa que tenía que hacer. Le tomé una foto para que lo vieran como estaba cuando me acababa de mudar.


Ahorita ya hice compras, desempaqué y ordené todo y el cuarto está mucho mejor. Ya hasta lo decoré. Estoy muy a gusto aquí. Tor vive a dos puertas en otro departamento, y diario comemos juntos lo cual nos sale mucho más barato. Hay calefacción en el cuarto y agua caliente siempre. Esta semana empecé con las clases de alemán y luego no me da tiempo de hacer muchas cosas, pero pronto subiré un post sobre Darmstadt.




Sunday, September 05, 2010

Una serie de catastróficas desdichas... Un mal principio en Darmstadt.


Siento decirte que el blog que tienes en tu pantalla es extremadamente desagradable. Cuenta una triste historia de dos mexicanos con muy mala suerte, que llevan en Alemania una semana llena de desgracias e infortunios...

Nuestra desgracia en Alemania comenzó desde el momento en el que nos subimos al avión, un jumbo de Lufthansa. Mi situación para ese entonces ya era un poco negra, porque llevaba los últimos dos días sin dormir, e ilusamente creía que en el avión podría descansar. Mi mayor preocupación era que el asiento de Tor era un poco lejos del mío, pero por suerte logramos que una alemana le cambiara de lugar. Pero desgraciadamente, los dos estábamos encerrados, cada uno con otro pasajero a un lado, sentados en unos asientos sumamente apretados y sin ninguna consideración ergonómica para los pasajeros. No podíamos levantarnos al baño o a estirar las piernas sin molestar a alguien.

Dormí sentada la mayor parte del camino (los asientos se reclinaban como medio grado) , aunque me levanté con la sensación de no haber descansado en lo absoluto. Los dos únicos placeres que tuvimos en el avión fueron las abundantes comidas, y la última película de Shrek.

Cuando el avión finalmente aterrizó en Frankfurt, estábamos desvelados y nos bajamos cargando cada quien 2 mochilas, un backpack de seis kilos (era el peso máximo permitido) y una mochila con nuestras laptops. Después de una larga fila para salir, de perdernos en los confusos corredores del aeropuerto y de formarnos 20 minutos en una fila que no era la correcta, encontramos las bandas para recoger el equipaje. Entonces cada quien agarró un carrito (menos mal que habían carritos) y los cargamos con nuestros 55 kilos de equipaje (110 kilos en total) distribuidos en 2 maletas gigantes de cada quien y las backpack y mochilas antes mencionados.

La entrada en el país fue de lo más fácil. No había nadie de aduanas, no había ningún retén de seguridad, ninguna inspección aleatoria, vamos ni siquiera había un guardia. Cruzamos la puerta con nuestros carritos de equipaje y encontramos a Hannah esperándonos. Desvelados y medio zombis, fuimos al baño y a cambiar divisas y Hannah nos guió hacia la parada del camión, que era como una parada cualquiera en la calle. Llegó el camión y nosotros mismos tuvimos que subir nuestro maleterío a la cajuelita de abajo, nos subimos y Hannah le pidió al conductor los tres boletos y cada quien pagó lo suyo. En el camino pudimos ver una vista increíble del aeropuerto, y después unos paisajes de campo algo pintorescos. Las tres neuronas que aún me servían me sugerían que tomara video y fotos, pero el resto de mis neuronas muertas no respondían y en lugar de tomar fotos me quedé jetona.

Para ser sincera, mi memoria sobre los siguientes sucesos es como un torbellino de ideas vagas sobre las que prevalece un sólo recuerdo: el dolor en mis hombros, mi espalda y mi cuerpo en general, provocado por cargar dos mochilas y arrastrar dos maletas gigantes por media ciudad. Nos cambiamos de autobús varias veces, cada vez subiendo y bajando las maletas del autobús nosotros mismos. Pero el clímax de nuestra pesadilla fue cuando nos bajamos del último camión y tuvimos que arrastrar las maletas por la Mauerstrasse como media cuadra (pero cuadras de Alemania, así como de 200, 300 metros). Y cuando creímos que lo peor había pasado, Hannah nos dice que vive en el tercer piso y que la casa no tiene elevador.

Menos mal que los tíos de Hannah vivían en el primer piso, porque si no, yo no sé que hubiéramos hecho con las maletas. Tor y yo dejamos nuestras cuatro maletas gigantes y mega pesadas en la sala de los tíos. Subimos al pequeño departamento compartido por cuatro estudiantes y yo dejé mi mochila de 6 kilos finalmente. Descansamos un rato, y luego fuimos a dejar a Tor al hostal en que le habían reservado.

La primera noche dormí pésimo. Me quedé dormida muy temprano, por el cansancio acumulado seguramente, y a las 3 de la mañana sin razón alguna y sin previo aviso mis ojos decidieron abrirse y se negaron a cerrarse hasta las 5 o 6. Jugué cada juego que encontré en mi ipod, escuché música, leí, probé cerrar los ojos a la fuerza, y hasta me deprimí un rato. Hasta que empezó a entrar luz matutina por la ventana no logré conciliar el sueño.

La mañana del martes había llegado y en lo que Hannah iba a recoger a Tor al hostal (porque ni él ni yo sabíamos usar los autobuses) yo traté de recuperar un poco del sueño perdido. Hannah nos preparó un desayuno tradicional alemán de pan, queso, mantequilla, una especie de pate y mermelada. TODO JUNTO. Aunque raro sabía buenísimo. El queso más chafa aquí hace que el nuestro sepa a plástico. Y el pan acá es como las tortillas allá, hay muchos tipos y lo usan para todo. El desayuno alemán nos alegró la mañana pero no nos preparó lo suficiente para enfrentar lo que nos esperaba.

Hannah caminando por las calles de Darmstadt

Llegamos a la oficina de Frau Nothnagel, la encargada de la oficina de Programas Internacionales (PI). Ibamos muy felices, porque en la mañana cuando Hannah iba a recoger a Tor se encontró a Frau Nothnagel y ella le dijo que ya había un cuarto disponible para uno de los dos. ¡Oh, decepción! Llegamos, y la Frau Nothnagel, una señora ya mayor, flaquita, sonriente y muy dulce, la méndiga nos dice que el otro mexicano, Daniel Estrada, llegó un poco más temprano y que el cuarto se lo había dado a él. Y nosotros, ignorantes del terrible proceso que nos esperaba, respondimos sonrientes que no había problema, pensando ilusamente que de todas maneras pronto nos encontrarían cuarto. Como no entendíamos ni pío de alemán todavía, Frau Nothnagel le dio un montón de instrucciones a Hannah y salimos con una lista de las cosas que hacer. El lugar numero uno de la lista, lo ocupaba una inocentemente malévola instrucción que decía "1. Conseguir cuarto."

Y la pesadilla del Studentenwerk empezó... El Studentenwerk, es un departamento de la Universidad Técnica de Darmstadt que rivaliza con cualquier institución pública mexicana en caos, desorganización, caos, burocracia y caos. E incidentalmente era precisamente la oficina a la que teníamos que acudir para conseguir un cuarto donde vivir. El primer gran problema de la oficina fueron sus horarios. La oficina abre sus puertas la público la asombrosa cantidad de 3 horas diarias, 4 días a la semana. Así como en México hay tiendas que abren 24/7, ésta maldita oficina abría 3/4. Y ese Martes llegamos al Studentenwerk pasadas las 12 y ya habían cerrado. Una mujer un poco mal encarada le respondió un par de preguntas a Hannah y explicó que el "sencillo" procedimiento consistía en bajar de Internet la lista de cuartos disponibles e ir a buscarlos tú mismo.

Y a buscar se dijo, y buscamos y buscamos y buscamos... pero la lista en Internet no estaba. O más bien sí estaba, pero estaba vacía. Bueno, pensamos aún optimistas, vayamos directamente a Karlshof, la residencia más popular de Darmstadt, y veamos si ahí encontramos cuartos. La suerte nos sonrió por un breve instante y Hannah encontró a otro chavo alemán que también buscaba cuartos y él sí tenía la lista. La copiamos y nuestra peregrinación por los 925 cuartos de Karlshof, repartidos en cuatro bloques de edificios de entre 4 y 12 pisos. En cada departamento (aquí les llaman WG) hay una sala y una cocina común, un par de baños, y entre 4 y 13 habitaciones individuales.

La peregrinación fue sumamente cansada, y en general bastante infructuosa, pues ni Hannah ni nosotros entendíamos aún cómo era el proceso de adquisición de un cuarto, y los inquilinos de Karlshof tampoco parecían saber nada. Algunos de los cuartos que venían en la lista ya estaban ocupados, otros estaban vacíos pero los estudiantes que vivían en el WG no tenían ni idea de lo que teníamos que hacer. La mayoría nos decían que fuéramos al Studentenwerk... ¡claro, regresen a la oficina que los mandó aquí en primer lugar, eso tiene tanto sentido!

No entendíamos nada, pero Hannah poco a poco comprendió que los inquilinos del WG, los que podrían ser nuestros futuros roomies, debían entrevistarnos y decidir si nos daban el cuarto. Tras lo cual el procedimiento era un poco misterioso para nosotros, y sólo sabíamos que debíamos llevar al Studentenwerk un papel con las firmas de los 3 o 4 inquilinos actuales certificando que aceptaban vivir con nosotros... Excepto que en la mayoría de los departamentos sólo había uno o dos inquilinos (si es que había alguien) y los otros quién sabe a qué horas llegarían. Además la mayoría de los inquilinos, después de entrevistarte, te decían que tenían que discutirlo con sus otros roomies y que ellos contactaban con nosotros en cuanto tomaran una decisión... lo cual podría ser hasta el 15 de Septiembre... sobra decir que cuando escuchamos la fecha casi nos atragantamos del susto.

No hay problema, pensamos los pobres diablos de nosotros, esto de buscar departamento de puerta en puerta no tiene sentido. Mejor contactamos a la oficina del Studentenwerk o mañana vamos y aclaramos el procedimiento. Y llamamos hasta el cansancio y nadie contestó, y mandamos mails y nadie contestó, y para colmo de males, nos percatamos que de los 4 días que abría la oficina, el miércoles no era uno de ellos. Entonces no había lista, no había información, no había contacto, y teníamos que esperar hasta el jueves para ir a la maldita oficina. ¡12 Euros más para el hostal de Tor!

Para esas alturas en nuestra frustración (corrijo, MI frustración... Tor es impasible ante la adversidad jaja) yo ya odiaba al maldito Daniel Estrada por robarnos el cuarto que nos iban a dar, odiaba a la maldita Nothnagel por no hacer su trabajo y no asignarnos cuarto, odiaba mas que a nadie al maldito Studentenwerk por su ineptitud y sus malditos horarios y Tor cuya impasibilidad no estaba exenta de cierta irritación me reclamó por el repetido uso de la palabra "pinche" en mi vocabulario.

Derrotados y pesimistas fuimos al Deutsche Bank a intentar abrir una cuenta de banco para no andar cargando con tanto efectivo. Pero no podíamos abrir ninguna cuenta hasta tener un domicilio al cual nos mandaran nuestras tarjetas y nuestros PINs. La única empresa exitosa que tuvimos el martes fue la de comprar una tarjeta para viajar en autobús y tren todo el mes. Además de eso comí por primera vez Kebabs, que es una especie de torta turca con carne de trompo, que obviamente sabe muy diferente a nuestra carne preparada en trompo, y una salsa mayonesosa... lo más cercano que hay aquí a los tacos al pastor.

El miércoles dormí la noche entera, pero me dormí tarde porque Hannah es, además de extremadamente amable, extremadamente platicadora, y nos levantamos temprano para ir a la reunión de bienvenida para los estudiantes extranjeros. Antes, Hannah nos llevó a desayunar a una panadería riquísima y muy barata donde probé unos Berliners (como bollos dulces rellenos de mermelada y espolvoreados con azucar glas) buenísimos. La reunión fue en el Schloss o castillo, del cual hablaré en otro post en el que describa la ciudad. Nos dividieron en grupos y nos asignaron un tutor, el cual nos explicó un montón de cosas. Nos regalaron chips o tarjetas SIM con un número telefónico local y 10 euros de saldo.

En la tarde la peregrinación en busca de departamentos continuó, esta vez liderada por uno de los tutores y acompañados de otros 10 estudiantes extranjeros en la misma penosa situación que nosotros. Caminamos como locos, cargando nuestras mochilas llenas de cosas de valor, y al final no encontramos nada. Los cuartos o no había nadie, o eran demasiado caros, o los inquilinos aún no decidían nada.

Regresamos al departamento de Hannah, y Tor y yo nos quedamos dormidos de puro cansancio en lo que Hannah iba de compras. En la noche, Andrea, una amiga de Hannah y su marido, vinieron a cenar y jugamos juegos de mesa. Andrea y Hannah prepararon una receta muy rara, con un guisado de pepino (SI, PEPINO DEL QUE LE PONES SAL CHILE Y LIMÓN) el cual nos comimos con papas cocidas. Estaba muy rico también. Y luego jugamos un jueguito alemán llamado Menschen, que consistía en sacar seis con un dado para mover a todas tus fichitas a través de un caminito hasta llegar al otro lado sin que los otros te las coman. Tor ganó. Yo sacaba puros unos en el dado.

El jueves en la mañana nos dieron un tour por toda la ciudad (como si no hubiéramos caminado suficiente ya) y en cuanto abrió el studentenwerk fuimos a perder el tiempo con sus trámites. Había un español furioso, hablando por teléfono con su mamá y mentando madres, una fila de como 40 estudiantes amontonados todos en un pasillo y hasta los tutores estaban enojados porque la lista de cuartos libres cuando nos la dieron dijeron que teníamos que ir a checarlos porque "no sabían cuales estaban ocupados y cuales no".

Después de mucho discutir por fin entendimos que el sistema del Studentenwerk está pensado sólo para estudiantes que viven en Alemania y que pueden ir a visitar las residencias un mes antes de llegar. Cuando un cuarto se libera, los inquilinos tienen un mes para entrevistar candidatos a vivir ahí y escoger a uno. Si no escogen a nadie, el cuarto lo puede asignar el Studentenwerk si cualquier estudiante lo pide. Excepto que para pedirlo tienes que saber que cuarto está disponible y si ni el mismo Studentenwerl lo sabe... Al final dijimos que ya habíamos ido a ver los cuartos y escogimos dos que recordábamos que estaban bien. Pero cuando entramos por fin a la oficina para hacer la reservación, nos dijeron que ambos cuartos estaban escogidos y nos dieron a escoger de los cuartos que había prácticamente a ciegas... Lo cual podríamos haber hecho desde México dos semanas antes de llegar, y nos hubieran ahorrado muchos gastos y penurias... Para colmo de males ese día en la tarde teníamos un examen de ubicación para las clases de alemán y no llegamos por estar en el mugroso trámite.

En la tarde finalmente pudimos abrir la cuenta de banco, aunque no se activa hasta la próxima semana. Y en la noche fuimos a una feria de vino que había en el centro. Toda una calle estaba llena de puestos de vino, queso, crepas, dulces, y flamm kuchen o pasteles de cebolla.

Tor, Hannah y yo en el WeinFest

El viernes firmamos el contrato en la mañana, fuimos a recoger las llaves a las residencias, llevamos las maletas grandes con ayuda del tío de Hannah y antes de que pudiéramos siquiera instalarnos ya teníamos que estar de regreso en el Schloss para un Rally que organizaron los tutores. Claro, como todos los demás estaban ya instalados en sus cuartos desde el lunes, eramos los únicos pobres diablos acabadísimos, desvelados, cansados y hartos... Pero el rally estuvo super divertido. Nos tuvieron dando vueltas por la ciudad de juego en juego. Nos hicieron aventar un huevo envuelto en papel y popotes para ver quien lo aventaba más lejos sin romperlo, meternos a una fuente (ese ni tor ni yo lo hicimos), hacer una cuerda de ropa usando solo ropa que trajéramos puesta (Tor y todos los hombres del equipo acabaron en puros boxers en una plaza en media ciudad), hacer carreritas de relevos a la mitad de las cuales había que tomar un vaso de cerveza (ni disfruté mi primer cerveza alemana), hacer una pirámide humana de tres niveles (ese fue todo un reto, querían que yo trepara hasta arriba por ser la más flaquita pero no quise porque me iba a matar y una española trepó hasta arriba.) y cantar una canción en alemán en una de las plazas principales.

Y como si eso no hubiera sido suficiente ejercicio, además en la noche hubo un tour de bares por la ciudad en la que nos dieron descuentos y que acabó hasta las 3 de la mañana.

Sobra decir que el sábado estaba tan exhausta de toda la primera semana que dormí todo el día. Y el domingo ni pude ir de compras porque todo estaba cerrado. Pero por lo menos ya tenía donde vivir, tenía privacidad e independencia, y sobre todo, INTERNET.

Y así acabaron las penurias de la primera semana en Darmstadt, pero por suerte todo acabó bastante bien.